A Ignacio Echeverría: ese hombre que dio la cara por nosotros

Por Daniel Esparza (Olo Surf History)

Ignacio Echeverría era surfista pero la Historia del surf nunca hablará de él. Ignacio murió en el ataque terrorista del 3 de junio de 2017 en Londres. Su nombre en cambio pasará o debería pasar a la Historia Social Universal por haber dado su vida en defensa de una persona (y muchas otras) a la que ni siquiera conocía.

Emigrante español en el Reino Unido, de 39 años, volvía de patinar sin imaginarse siquiera que se encontraría con la ola más destructiva a la que nadie se pueda enfrentar: la maldad desenfrenada. No sabemos si era consciente de lo que en realidad estaba pasando: que todo aquello era un acto terrorista planeado por idiotas adiestrados, un plan contra la humanidad. Como mínimo vio que estaban acuchillando a una mujer y no dudó en salir en defensa de quien lo necesitaba. Con su monopatín golpeó al terrorista en la cabeza y mientras se enfrentaba a él, los otros dos yihadistas le acuchillaron por la espalda: cayó al suelo.

Puede que haya alguien que esté pensando ¡venga ya! otro más que va por ahí mitificando a gente, buscando héroes donde no los hay. Puede que exista alguien así, mas no nos detengamos en lo inmundo.

Si la gesta de Echeverría nos conmueve es porque sin duda está llena de valor, algo que la mayoría no nos atreveríamos a hacer en una circunstancia en la que nadie nos entrena para saber cómo actuar. No sabemos cuantas vidas salvó este hombre en el tiempo en el que él se enfrentó a los terroristas y ellos con él; así como sus amigos, que arrojaron sus bicicletas de alquiler sobre los tres asesinos, antes de replegarse para salvar sus vidas. Pero, como mínimo, es seguro que todo aquello produjo el tiempo suficiente para que otros escaparan y se pusieran a salvo.

Nos conmueve su acto porque necesitamos creer que con gente como él nos sentimos más queridos en este mundo; más queridos por gente que no nos conoce, pero que de repente surgen de la nada para ayudarnos en circunstancias en las que nadie querrá hacerlo. Ojalá pudiera decir que yo también soy como él, pero no, yo solo soy alguien que quiere reconocer el valor de lo que hizo, y quiero que aunque ya no esté, su gesta perdure, que no nos olvidemos de Ignacio, aunque nunca lo hayamos conocido. Que cuando el mar vuelva a la calma, sigamos recordándolo, que quede impreso el valor simbólico que él le dio a la vida y el valor por la defensa de quien lo necesita, para creer -aunque solo sea en medio de la frustración, el ruido y el humo en el que vivimos- que siempre aparecerá un Ignacio Echeverría que dé la cara por nosotros.

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In memoriam