CAMPEONATO BODYBOARD MÁLAGA 1992: CAMPEONES Y PARTICIPANTES

En la anterior entrada se expuso la clasificación final del Primer Circuito de la Historia del Bodyboard en Andalucía (1991-92). En ésta, se publica dentro del Segundo Circuito Andaluz de Bodyboard (1992-1993), el campeonato celebrado en Málaga capital en diciembre de 1992 (más o menos frente al sanatorio San Antonio), que fue la primera de las tres pruebas del circuito. Olo Surf History saca la lista oficial de los resultados. Si ves a alguien conocido, pásaselo, seguro que le hace ilusión verse en la Historia.
Bodyboard Malaga 1992

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Más historia en los libros La Historia del Surf en Málaga y La Historia del Surf en España.

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CAMPEONES DE BODYBOARD EN ANDALUCÍA 1991-92

Lista original de los primeros participantes y campeones de Andalucía de bodyboard 1991-92. Primer circuito de Bodyboard de la historia de Andalucía. Gonzalo de Castro, Alejandro Jurado y Elias Benabú, coparon el podio. Muchos otros deportistas participaron en aquel circuito. Próximamente saldrán clasificaciones de otros años, otras categorías. Mucha más información sobre historia del surf en los libros: Málaga Surf: Historia del Surf y del Bodyboard; e Historia del surf en España.

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DUKE KAHANAMOKU NO INTRODUJO EL SURF EN AUSTRALIA

dukesurferTras años de investigación, nuestro colega australiano el profesor Gary Osmond desmonta el mito de que Duke Kahanamoku (padre del surf moderno y campeón olímpico en natación) introdujo el surf en Australia. Hasta hace bien poco todos creíamos (incluido el que aquí suscribe) la narración histórica de que Duke llegó a Australia en las navidades de 1914 para dar exhibiciones de natación invitado por la New South Wales Swimming Association, y que aprovechando su estancia en Australia, dio varias exhibiciones de surf en Sidney. Hasta aquí todo correcto. El problema viene con la interpretación que se había dado de aquel acontecimiento, el de que Duke “introdujo” el surf en Australia, donde nadie lo practicaba, y además se extendió la creencia de que él fabricó allí mismo su tabla de surf con la que dio sus exhibiciones.

Transporte de la tabla con la que Duke hizo la exhibición.
Transporte de la tabla con la que Duke hizo la exhibición.

Según Gary Osmond —cuya investigación se ha basado en el estudio de la prensa local australiana de principios de siglo, y el estudio del testimonio de testigos a través de fuentes secundarias— esta narración mitológica de la historia que ha triunfado hasta hace bien poco, se debe al reflujo que ejerció la obra de la historiadora C. Bede Maxwell (Surf: Australians against the surf, de 1949), donde guiada por un halo de romanticismo y el destello de la gran figura del deporte Duke Kahanamoku, ésta dio todo el mérito al hawaiano, y eclipsó toda la historia del surf previa existente en Australia. Por una parte, se confirma que Duke no hizo aquella tabla (algo que él nunca ocultó). Aquella tabla la hizo durante la visita de Duke, el surfista local Tommy Walker, que años antes, en 1909, ya había traído una tabla desde Honolulu, con la que comenzó a hacer surf. A Walker se le considera hoy el verdadero pionero del surf en Sidney (y podría serlo de toda Australia).

Duke en la exhibición de Fresh Water, enero de 1915.
Duke en la exhibición de Fresh Water, enero de 1915.

Además de Walker, entre 1909 y 1914 hay constancia en la prensa local de la existencia de tablas de surf y de otros surfistas en la misma localidad. En enero de 1911, Percy Hunter, jefe de la Oficina de Turismo Australiano anunciaba la existencia de varias tablas de surf en Manly (Sidney), importadas desde Honolulu, una de ellas traídas por Charles Paterson, presidente de la Asociación de Salvamento de Australia (Surf Life Saving Association of Australia). Esto hizo que la mayoría de aquellos primeros surfistas pertenecieran al equipo de salvamento en la playa, entre ellos: Isma Amor, Albert Barry, Basil Kirke, Steve McKelvey, Fred Notting, Jack Reynolds, Norman Roberts, Busty Walker o Geoff Wyld.

Walker en 1909
Walker en 1909

Conclusiones: Duke no fabricó aquella tabla con la que dio sus exhibiciones, y no introdujo el surf en Australia porque ya existía. Lo que sí hizo Kahanamoku y esto sigue siendo muy destacado y relevante fue popularizar el surf hasta el punto de que gracias a él muchísimos jóvenes dieron el salto al surf, otros se pusieron a hacer tablas (con las enseñanzas de Duke), y las propias autoridades locales giraron a posiciones más permisivas con el baño en el playa, pues hasta entonces estaba restringido por la peligrosidad de las olas y las bestias marinas. La llegada de Duke y todo el halo carismático y popular que él portaba, aceleró la expansión del surf por toda la costa este australiana. Duke no introdujo el surf en Australia, pero lo hizo popular en aquel país.

Olo Surf History realiza investigaciones propias y además divulga resultados de otras investigaciones que aporten nueva luz a la historia del surf. Estos que aquí se han presentado se hallan en el número 42 de la revista científica Australian Historical Studies (pp. 260-276).

Daniel Esparza, Universidad de Olomouc

Esta reseña está patrocinada por: La Historia del Surf en España

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A LOS PIONEROS DEL SURF: MEDITACIONES EN EL MAR DE LOS MITOS

20150730_210704 copiaLa riqueza de un territorio no es solo aquello material que se pueda medir a través de un precio o una estadística, sino también aquello intangible, como la grandeza de las historias que allí acontecieron. Desgraciadamente, la mayoría de éstas van quedando en el olvido, apagándose cada vez más por el ruido vertiginoso de la actualidad diaria, casi siempre virtual y negativa —al menos como lo muestran los medios de comunicación— atrapados en la trampa de la mercadotecnia, la demoledora lógica de que aquello que no se pueda explicar en 20 segundos no sirve de nada.

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Las buenas historias, sobre todo si son verdaderas, son necesarias porque despiertan y conmueven el alma de quienes las escuchan, y el mundo (el de las cosas bellas) se construye a través de estas energías inspiradoras. Ésta que aquí se narra (un libro entero ha hecho falta) no va de reyes, presidentes, generales, soldados valerosos, ni campeones del mundo —nada de eso— esta es una historia surgida desde abajo, desde la propia entraña de la sociedad, la que hace la gente en el día a día, sin promoción, ni televisión, ni marketing, ni marcas mediante.

YEsta historia que se cuenta en este libro, y que ha estado en la oscuridad durante décadas, es ahora patrimonio de la provincia de Málaga y del reino de las olas que no tiene fronteras, pero es sobre todo patrimonio de aquellos que necesitan creer que el mundo se construye de sueños y esperanzas, y no solo para enriquecerse uno mismo (si por enriquecerse se entiende únicamente “la pela”), sino para compartir con los demás aquello que uno tiene, lo que se ha aprendido, los valores más grandes que se puede adquirir en esta vida: generosidad y conocimiento.

Esta historia es necesaria que sea recordada y transmitida generación tras generación: la vida de Almoguera y unos pocos jóvenes de una época remota que decidieron caminar sobre las aguas, a contracorriente en una sociedad conservadora. Y esta sociedad de ahora necesita de más Almogueras, Gabernetes y Rafaeles, y no porque no los haya, sino porque no los reconoce. Y no los reconoce porque está desorientada en una marea de incertidumbre, de relojes de oro cuyo brillo no solo es imposible que traiga felicidad, sino que ha traído penuria y desesperación. Esta sociedad donde vivimos, necesita creer que es construida por todos, y no tan solo desde un despacho. Necesita creer que los brillos no nacen de los objetos, sino que parten de la luz que nosotros les proyectamos.IMG_9113 copia

Las hazañas de Pepe Almoguera y de aquellos jóvenes, como la de tantos otros a los que nadie ha escuchado nunca, menos aún ahora, son la sabia de nuestro futuro, la esperanza de la esperanza misma.  Aquellas hazañas, aquel espíritu de libertad y olas, debe permanecer en la memoria de los que nos continúen, y que aquellos paseantes de tiempos venideros que crucen el paseo marítimo de Pedregalejo y lleguen a la altura de donde estuvo la casa de Pepe, se recreen en el legado de una esperanza —luz viva y brillante— el monumento al arte de montar las olas que debería erigirse cuanto antes allí mismo, y en cuya base tal vez se diga, sin importar que suene utópico y romántico:

“Aquí, en esta playa, gracias a Pepe Almoguera, dio comienzo el surf en el Mediterráneo español. Ocurrió en 1970. El espíritu de aquellas olas que luego otros continuaron siguen rompiendo libres, abriendo caminos de agua y esperanza a aquellos que nunca han dejado de soñar con un mundo (digamos, tal vez) mejor para los demás”.

DANIEL ESPARZA. PREÁMBULO DEL LIBRO MÁLAGA SURF (PÁGINAS 8-9).

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