A Pepe Almoguera: Réquiem por un pionero

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 Cuando el viento parecía que nos llevaría a buen puerto, tembló la tierra entera, sintió la muerte de Almoguera, maremoto de dolor, ola fulminante que no espera. Mano fría que de un hachazo nos ha dejado huérfanos a los que admirábamos las hazañas de Pepe, sí, tus hazañas, Pepe, esas con las que soñamos, que nos han inspirado y que nos evocarán nuevos caminos por donde pasear contigo, porque aunque no estés, estás, y nuestros ojos verán por ti hasta que también se apaguen, y entonces nos reuniremos dondequiera que ese destino incierto (que nos ha separado ahora) nos haga encontrarnos de nuevo, ojalá en un mar de olas perfectas e interminables, en un paisaje de sueños y esperanza, de amistad imperecedera, de abrazos y moragas verdaderas; y allí, en esa playa de arena sinnombre, en ese lugar del no-tiempo, donde todos los que has querido y te han querido en vida se reunirán contigo; allí donde tú nos esperas, en la orilla, con tu vieja tabla, cabalgando olas, o arena adentro, arreglando la jábega de los buenos pensamientos; y allí y siempre allí, en ese no-lugar, más allá del tiempo, cuando lleguemos, nos llevarás al barco de los sabios: tu templo, y una vez a bordo, tú, amigo de amigos, pionero de pioneros, levarás el ancla de nuestro dolor, y como hiciste en vida, nos conducirás hacia el horizonte, incluso más arriba, a donde nunca llegaremos, porque el horizonte siempre será horizonte, travesía de ensueño y alegría, derrotero que nunca acaba, viento en popa con razón, todos juntos, al alimón.

Daniel Esparza

In memoriam

19 copiaPepe Almoguera con 23 años, soñando con las olas. Ericeira, Portugal (1976).