A LOS PIONEROS DEL SURF: MEDITACIONES EN EL MAR DE LOS MITOS


20150730_210704 copiaLa riqueza de un territorio no es solo aquello material que se pueda medir a través de un precio o una estadística, sino también aquello intangible, como la grandeza de las historias que allí acontecieron. Desgraciadamente, la mayoría de éstas van quedando en el olvido, apagándose cada vez más por el ruido vertiginoso de la actualidad diaria, casi siempre virtual y negativa —al menos como lo muestran los medios de comunicación— atrapados en la trampa de la mercadotecnia, la demoledora lógica de que aquello que no se pueda explicar en 20 segundos no sirve de nada.

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Las buenas historias, sobre todo si son verdaderas, son necesarias porque despiertan y conmueven el alma de quienes las escuchan, y el mundo (el de las cosas bellas) se construye a través de estas energías inspiradoras. Ésta que aquí se narra (un libro entero ha hecho falta) no va de reyes, presidentes, generales, soldados valerosos, ni campeones del mundo —nada de eso— esta es una historia surgida desde abajo, desde la propia entraña de la sociedad, la que hace la gente en el día a día, sin promoción, ni televisión, ni marketing, ni marcas mediante.

YEsta historia que se cuenta en este libro, y que ha estado en la oscuridad durante décadas, es ahora patrimonio de la provincia de Málaga y del reino de las olas que no tiene fronteras, pero es sobre todo patrimonio de aquellos que necesitan creer que el mundo se construye de sueños y esperanzas, y no solo para enriquecerse uno mismo (si por enriquecerse se entiende únicamente “la pela”), sino para compartir con los demás aquello que uno tiene, lo que se ha aprendido, los valores más grandes que se puede adquirir en esta vida: generosidad y conocimiento.

Esta historia es necesaria que sea recordada y transmitida generación tras generación: la vida de Almoguera y unos pocos jóvenes de una época remota que decidieron caminar sobre las aguas, a contracorriente en una sociedad conservadora. Y esta sociedad de ahora necesita de más Almogueras, Gabernetes y Rafaeles, y no porque no los haya, sino porque no los reconoce. Y no los reconoce porque está desorientada en una marea de incertidumbre, de relojes de oro cuyo brillo no solo es imposible que traiga felicidad, sino que ha traído penuria y desesperación. Esta sociedad donde vivimos, necesita creer que es construida por todos, y no tan solo desde un despacho. Necesita creer que los brillos no nacen de los objetos, sino que parten de la luz que nosotros les proyectamos.IMG_9113 copia

Las hazañas de Pepe Almoguera y de aquellos jóvenes, como la de tantos otros a los que nadie ha escuchado nunca, menos aún ahora, son la sabia de nuestro futuro, la esperanza de la esperanza misma.  Aquellas hazañas, aquel espíritu de libertad y olas, debe permanecer en la memoria de los que nos continúen, y que aquellos paseantes de tiempos venideros que crucen el paseo marítimo de Pedregalejo y lleguen a la altura de donde estuvo la casa de Pepe, se recreen en el legado de una esperanza —luz viva y brillante— el monumento al arte de montar las olas que debería erigirse cuanto antes allí mismo, y en cuya base tal vez se diga, sin importar que suene utópico y romántico:

“Aquí, en esta playa, gracias a Pepe Almoguera, dio comienzo el surf en el Mediterráneo español. Ocurrió en 1970. El espíritu de aquellas olas que luego otros continuaron siguen rompiendo libres, abriendo caminos de agua y esperanza a aquellos que nunca han dejado de soñar con un mundo (digamos, tal vez) mejor para los demás”.

DANIEL ESPARZA. PREÁMBULO DEL LIBRO MÁLAGA SURF (PÁGINAS 8-9).

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